Llamas, J.M.

5 de feb de 20181 min.

Inquisición

Actualizado: 26 de abr de 2021

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"Prohibido, todo prohibido, prohibido en esta ciudad:

¡Cádiz! ¡Cuna de la libertad!"

Cuarteto “Encadenados”. Carnaval de Cádiz, 1998.


 


 

Si pensabas que eras libre

y en democracia vivías,

mentira es de gran calibre,

y perdona que me ría.


 

Si te parecía grave

la Inquisición medieval,

a mí me acojona más

lo que tenemos delante:

una legión de donnadies

siguiendo a líderes romos

cuyos discursos de plomo

saben a Nada cobarde.


 

No se te ocurra mostrarte

contrario a estos pijoprogres

si no quieres encontrarte

un problemón de cojones.


 

"La moral de los que mandan

es la única posible".

Haz lo que ellos exigen

y te aplaudirán con ganas:

podrás ser como esos cerdos,

para acompañar sus huestes

y devorar con los dientes

a quien no acepte su sello.


 

Sus dientes son esas leyes

de mierda, que siempre inventan

asambleas de peleles

de ideologías diversas.

Y sus perros manejables

las aplican, obedientes,

llenando redes sociales

de cadáveres vivientes.


 

¿Y por qué te suelto esto,

si yo soy solo un pirata

que endiño a diestro y siniestro

con el humor como arma?


 

A mí me la traen floja

las copiosas prohibiciones

de esas pandas de ladrones

a los que no les importan

los problemas de los pobres,

ni el pueblo que sufre horrores:

por el poder corrompidos,

a todo aquel que no compre

lo que escupen sus cañones

consideran enemigo.


 

¡Únete a la insurrección!

No te fíes de los cantos

de las sirenas de espanto

de esta nueva Inquisición.


 

Me verás, si te rebelas,

en un barco, justo enfrente:

velas negras, sonriente,

dos tibias y calavera.

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