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Foto del escritorLlamas, J.M.

Desperté de un salto

Actualizado: 1 may 2021


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A los lunes:

porque, de no ser por ellos, sería por otros.

Me vi a sentá un ratito, porque estoy mú cansao,

desde las seis y media de la mañana estoy levantao…

Los Juancojones, Carnaval de Cádiz 1998.

Esta mañana la musiquilla del móvil me pilló aliquindoi(1). No es algo que ocurra a menudo: cuando abro los ojos, generalmente más cabreado que Rambo en mitad de la canción de Heidi, el bueno de Kiko Veneno ya está advirtiendo de que alto ahí la diligencia, camino Puente Genil, siguiendo los acordes de su Malospelos.

Sin embargo, hoy el día ha empezado de forma muy diferente. Algo me impulsaba, una especie de desenfreno interno que mi mente se resistía a comprender. Eché la tapa a un lado, me incorporé de un salto, me puse en pie y miré alrededor: como siempre, estaba solo. No, no es que la mujer que compartía lecho esta noche se haya ido antes del amanecer. Más bien es que no ha venido. No, entiéndame bien: tampoco es que no haya querido venir en esta ocasión. Es que, lo mismo que anteanoche y mañana por la noche, ni ella ha cambiado o modificará su estado a “existente”, ni yo, por consiguiente, muevo el mío: “solo como la una”.

¿De qué estaba hablando? Ah, sí, el salto. En fin, una extraña energía recorría mi espina dorsal, una potencia tan exagerada que podría haber encendido bombillas con el dedo y clavado alcayatas sin guarrito(2) ni taco. Abrí la puerta del baño, me miré al espejo y, dando un beso a mi reflejo, dije: “tío, para qué nos vamos a engañar: eres más feo que un Gremlin a mediodía en mitad de la plaza de la Marina, pero tienes tu puntito”. Di una palmada, pegué un grito y guiñé un ojo. De hecho, si hubiera guiñado los dos ojos no hubiera sido un guiño, sino más bien una mueca de espanto, teniendo en cuenta el careto que llevo conmigo: para que usted vea, cuando me disfrazo de Jalogüin simplemente me pongo una gomilla en las patillas de las gafas, y tengo más que suficiente.

Total, que me vuelvo hacia la izquierda, asomo la cintura al váter, me relajo, me bajo el pantalón del pijama, echo mi meadita, sigo echando mi meadita, continúo, ya casi estoy, todavía no, parece que acabo, escurrir bien, eso es. Ya estoy completa, absoluta, definitiva, plena, íntegramente preparado para…

volver a acostarme.

_______

(1) Aliquindoi: palabra procedente del puerto de Cádiz, utilizada también en Málaga, cuyo significado aproximado es "Atento". Su origen filológico es inglés: "Look & do it".

(2) Guarrito: sinónimo de “taladrador” en Málaga. Vocablo procedente también del inglés, “Warrington”, primera marca comercial de guarritos en la zona.


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