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A mi hermano, un hombre libre
En mi dormitorio había
un tren a pilas, Antón,
con una vía redonda:
bosque, túnel, estación.
Siempre el mismo recorrido,
siempre la misma función,
siempre los mismos raíles,
siempre a ritmo machacón.
Pero un día mi trenecito
se llevó un gran sorpresón,
porque se rompió la vía:
¡vaya una revolución!