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"Prohibido, todo prohibido, prohibido en esta ciudad:
¡Cádiz! ¡Cuna de la libertad!"
Cuarteto “Encadenados”. Carnaval de Cádiz, 1998.
Si pensabas que eras libre
y en democracia vivías,
mentira es de gran calibre,
y perdona que me ría.
Si te parecía grave
la Inquisición medieval,
a mí me acojona más
lo que tenemos delante:
una legión de donnadies
siguiendo a líderes romos
cuyos discursos de plomo
saben a Nada cobarde.
No se te ocurra mostrarte
contrario a estos pijoprogres
si no quieres encontrarte
un problemón de cojones.
"La moral de los que mandan
es la única posible".
Haz lo que ellos exigen
y te aplaudirán con ganas:
podrás ser como esos cerdos,
para acompañar sus huestes
y devorar con los dientes
a quien no acepte su sello.
Sus dientes son esas leyes
de mierda, que siempre inventan
asambleas de peleles
de ideologías diversas.
Y sus perros manejables
las aplican, obedientes,
llenando redes sociales
de cadáveres vivientes.
¿Y por qué te suelto esto,
si yo soy solo un pirata
que endiño a diestro y siniestro
con el humor como arma?
A mí me la traen floja
las copiosas prohibiciones
de esas pandas de ladrones
a los que no les importan
los problemas de los pobres,
ni el pueblo que sufre horrores:
por el poder corrompidos,
a todo aquel que no compre
lo que escupen sus cañones
consideran enemigo.
¡Únete a la insurrección!
No te fíes de los cantos
de las sirenas de espanto
de esta nueva Inquisición.
Me verás, si te rebelas,
en un barco, justo enfrente:
velas negras, sonriente,
dos tibias y calavera.