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Introducción. Claves esenciales del ministerio ordenado
Al plantearnos el sacerdocio ministerial en la Patrística tenemos el peligro de creer que la vocación ordenada siempre ha estado configurada de la misma forma, y buscar en toda la historia aquello que dé la razón a lo que nosotros pensamos o creemos.
Es verdad que hay claves esenciales que no se pueden separar del ministerio ordenado, que forman parte de su mismo ser, y que veremos en los dos autores que nos ocupan. Pero las formas han ido cambiando a lo largo de los siglos. Al principio daremos un repaso a la configuración del sacerdocio ministerial en los primeros siglos del cristianismo, sin meternos en profundidades, y nos centraremos en una clave fundamental que debemos tener muy en cuenta en nuestros días, y que también es central para el papa Francisco: el clericalismo. Quizás es uno de los pecados que está volviendo con más fuerza en estos tiempos, dentro de los curas, en todas las edades y en todas las ideologías. Aparte de ser una muestra de desvíos y heridas importantes en los procesos de maduración de la vida personal, psicológica, sociológica y religiosa de los candidatos y de los propios presbíteros.
¿Cuáles son, por tanto, algunas claves esenciales que debemos ver reflejadas en los dos autores sobre los que vamos a profundizar?
La primera: la elección. La vocación no es “algo que yo me construyo”, “algo que yo quiero ser”, sino una llamada, una elección de parte de Dios. Aquí, por supuesto, entra la relación del candidato con Dios, la oración, la vivencia de los sacramentos, etc.
La segunda: la misión. Ser elegido – para. Esto es esencial. Porque una de las claves del clericalismo es que “a mí me imponen las manos y me dan el poder, y yo ya puedo hacer lo que quiera, porque tengo el poder”. Y eso es un pensamiento ciertamente demoníaco. La misión pastoral es el fundamento de la vida del sacerdote. Y lo configura todo.
La tercera: la comunidad. La Iglesia. El pueblo de Dios. El pueblo de Dios será esencial en la elección de los presbíteros. En esto hemos perdido mucho: hemos convertido la vocación en una historia “entre el vocacionado, Dios y los responsables de la formación”. Pero veremos que esto no es así en los primeros siglos. La comunidad, el pueblo de Dios es esencial en la elección de los pastores. En nuestros dos autores veremos que es la comunidad la que los ha elegido. Por eso tendrán que excusarse al haber huido de la elección de la comunidad.
La cuarta: la preparación para la misión. O las cualidades necesarias para la misión. Esto veremos que es muy importante en los dos autores que van a ocupar el centro de nuestra reflexión. Es verdad que cada uno tenemos nuestros dones y nuestras carencias. Pero existen unas cualidades mínimas sin las que es imposible llevar a cabo la misión que el Señor y la comunidad nos encomiendan. Y todas esas cualidades tienen un punto clave, que es el ser pastor, y la imagen de Jesucristo como buen pastor. Por tanto, profundizaremos también en estas claves esenciales que nos muestran el Nacianceno y el Crisóstomo.
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