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Caminando por el parque de mi barrio
iba yo con poca prisa y mucha calma,
y se me cruzó zumbando por la izquierda
un señor con su chaqueta y su corbata.
“Que no compres, que si compras y no vendes,
cuando vendas lo que compres no lo compras
por la venta de la compra del que vende
cuando vende lo que compras, si lo compra”.
Solo hablaba, moviendo mucho los brazos
como si le fuera en ello media vida:
pareciera que no se estaba enterando
de la ruina que teníamos encima.
Y me dije: “si aligero un poco el paso
y le digo que el desastre está a la puerta,
¿correrá con más ahínco, con más ganas,
a esconderse en un boquete mientras pueda?”.
Llegó entonces mi vecina,
la que ayer estaba viva:
le mordió
y ahora el tonto es un no-muerto
paseando por la vida,
como yo.
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