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  • Foto del escritorLlamas, J.M.

"El Rey Pescador". Terry Gilliam, 1991

Actualizado: 18 feb 2021


Intro. Cuando se unen varios genios, lo más probable es que el resultado sea una genialidad. En esta película tenemos a uno de los Monty Python, director responsable, entre otras locuras, de Brazil, Las Aventuras del Barón Munchausen o Doce Monos, y a una pareja de actores inigualable: Robin Williams y Jeff Bridges. Pero lo más interesante de la película no es, con todo, nada de esto.

Terry Gilliam es un enamorado del personaje por excelencia de la literatura española: Don Quijote de La Mancha. Ya intentó llevarla al cine una vez, pero le fue imposible, y el resultado de aquella desventura es un documental titulado Lost in La Mancha. La película que nos ocupa es, no cabe la menor duda, todo un homenaje al Quijote, además de un acertado estudio de la psicología y sociología de la ciudad, o una emocionante historia de amor de lo más surrealista. Pero no perdamos de vista, al echar un vistazo al film, esta clave: estamos asistiendo, en realidad, a una puesta al día del personaje de Alonso Quijano.

Lo que cuenta. Jack Lucas es un ególatra locutor de radio, instalado en el lujo y la fama, que se dedica a dar consejos a las personas que llaman a su programa. Un buen día cae en desgracia, debido a una de sus nihilistas respuestas, y termina convertido en un don nadie que vive de la memoria de sus días gloriosos. Entonces, en una de sus ideas y venidas entre el alcohol y la nada, conocerá a Parry, un enajenado profesor de historia que vive como un vagabundo. Además de estar absolutamente enamorado de una damisela en apuros y conectar con el universo caminando desnudo por el Central Park, Parry tiene una asombrosa misión: encontrar el Santo Grial en mitad de Nueva York. Y Jack tendrá que unirse a esta aventura, lo quiera o no...

Los valores. En esta película tenemos una sub-trama, bajo la historia, en la que se debe entrar para poder disfrutar de los valores que nos ofrece mientras aceptamos la acertada crítica que presenta a los más profundos desatinos de nuestra moderna sociedad. Veamos qué puntos fundamentales debemos tener en cuenta para no perdernos lo esencial que el director quiere hacernos ver.

  • En primer lugar, hay una crítica a la búsqueda de la fama por encima de todo, en este caso poniendo la inteligencia al servicio del propio yo sin tener en cuenta que lo que se dice o se hace puede dañar a muchos cuando se es un personaje público.

  • Es admirable la lucidez con que se nos presentan las afueras de una ciudad, con sus personajes que, como postes de un decorado a los que nadie hace caso, se hacen no solo visibles, sino centrales, cuando se mira la sociedad desde estas afueras. Quizás sea uno de los valores más importantes de la película: enseñar a mirar las afueras de las ciudades. Además, se contraponen de una forma escalofriante las dos miradas en el mismo personaje, Jack, que primero, cuando es rico y famoso, suelta aquello de “No voy a abrir la ventana: además, unas monedas tampoco van a cambiar nada”, para luego verse justo del otro lado y compartir lo más horrible de la vida del sin techo.

  • El amor es otro de los puntos claves. No un amor modélico, perfecto, bello, sino el real, el que se entrega en medio de la dureza de la vida, el que tiene que luchar contra lo peor de la persona amada para poder encontrar esperanza donde parece que es imposible dar un paso más. Los cuatro personajes principales, especialmente los dos femeninos, Anne y Lydia, a los que dan vida de una forma magistral Mercedes Ruehl y Amanda Plummer, nos dan muchas claves importantes para la vivencia del amor en esta sociedad en la que las cosas no son como se sueñan.

  • El personaje del Quijote es un punto importantísimo. Parry tiene muchas características suyas: una locura bajo la que se esconde una cordura que puede ayudar a recuperar algunas virtudes que nuestro mundo civilizado parece haber desterrado, como el amor para siempre, la lealtad, la alegría, la esperanza, la lucha contra el mal, la amistad, la imaginación, la trascendencia o el sacrificio por un bien mayor que la propia autoimagen. También es muy importante reconocer la progresiva “quijotización” del personaje que se supone que debe ayudar a nuestro “Quijote” a salir de su locura.

  • No cabe duda de que, en el fondo, estamos ante una historia de redención en la que cada uno de los personajes debe aceptar que tiene que ser redimido y perdonado para poder redimir. Esto es esencial, especialmente para el protagonista principal, Jack.

  • Por último, el perdón es el punto de cohesión de toda la historia. Perdonarse a sí mismo, pedir perdón ante los pecados cometidos, aceptar el perdón de aquel al que se le ha hecho daño, ser capaz de realizar lo impensable como penitencia…

En fin: es una cinta que hay que ver sabiendo que es de Terry Gilliam, uno de los directores más estrafalariamente surrealistas de las últimas décadas, que quiere mostrarnos cómo es esta sociedad haciéndonosla ver desde los ojos de aquellos que habitan a las Afueras: desde la distorsionada, pero certera, mirada de Parry, el Quijote de Nueva York.

Por cierto: hay muchas escenas memorables, pero especialmente dos, situadas ambas en Central Park. La primera, en la que Parry le cuenta a Jack la emocionante historia del Rey Pescador, que le da título a la película (esta la tienes al comienzo del artículo); y la última escena, justo antes de los títulos de crédito, con ese muñeco de Pinocho, todo un símbolo, en medio de los dos personajes principales… Para arrancarse a aplaudir con entusiasmo.

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