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Padre Dios de nuestro pueblo,
fiel y misericordioso,
no me sueltes de tu mano:
dame mirar con tus ojos.
Toma toda mi memoria,
para ti es mi libertad,
ten mi pobre entendimiento,
cosecha mi voluntad,
mi haber y mi poseer,
mi ser y mi caminar.
Hazme entregarme en el pueblo,
con el pueblo embárcame,
por el pueblo, mar adentro,
en tu mano guíame:
llévanos sobre tu palma
hasta el puerto de tu ser.
Enséñame a darlo todo
por ti, bajando contigo,
y no dejes que me pierda
a lo largo del camino,
porque cuando yo me alejo
pierdo al pueblo tuyo y mío.
Hazme encarnarme sin miedo,
dame tu cruz y tu aliento,
Señor Dios de nuestro pueblo.
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