Si quieres descargarte el cuento en formato de libro electrónico (.epub), haz clic aquí debajo.
Si esto fuera un cuento de hadas, aquel hombre que llegó un día de verano, cruzando el mar, hubiera desembarcado de un transatlántico. Pero esto no es un cuento de hadas.
Si esto fuera un cuento de hadas, se hubiera hospedado en el mejor hotel de la costa o en la mejor casa rural del interior, y los empleados le hubieran saludado en su idioma original con una sonrisa en la boca. Pero esto no es un cuento de hadas.
Si esto fuera un cuento de hadas, él y su séquito comerían en los lugares más caros, serían respetados por todos aquellos que recibieran dinero a cambio, y se procuraría, por todos los medios, que su estancia fuera tan placentera como para que la siguiente temporada no pudiera existir duda alguna sobre el destino a elegir. Pero esto no es un cuento de hadas.
Si esto fuera un cuento de hadas, quizás hasta recibiría un trato exquisito en los centros civiles y religiosos más exquisitos, y algunos estarían dispuestos a cambiar el lenguaje, la estructura o, quién sabe, los puestos principales de sus celebraciones solo para que él y los suyos se sintieran como en casa. Pero esto no es un cuento de hadas.
Si esto, en fin, fuera un cuento de hadas, hubiera pasado algo mágico para que aquel ser humano no se ahogara en una patera en mitad del Estrecho, no viviera bajo un puente, no rebuscara el sustento en la basura, no robara ni pidiera por las calles, no tuviera que vender su cuerpo al peor postor, no fuera apaleado por ciudadanos sin escrúpulos ni mirado de arriba abajo por muchos, no fuera acusado de “no ser trigo limpio” por algunos que incluso llegan a celebrar su fe católica y apostólica el día más importante de la semana. Pero esto, en definitiva, no es un cuento de hadas.
Si esto, por último, fuera un cuento de hadas, lo que hacemos con aquel ser humano no se lo estaríamos haciendo a Dios. Pero esto, sin lugar a dudas, no es un cuento de hadas.