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  • Foto del escritorLlamas, J.M.

El Secreto de Vivir. Frank Capra, 1936

Actualizado: 18 feb 2021


Intro. Frank Capra. Su nombre es sinónimo de maestro del cine. Del cine de toda la vida, de cine muy americano pero muy universal, y de películas que, aunque estén hechas en otra época, resultan tremendamente actuales. Guiones chispeantes, comedia, drama y tragedia ensamblados de forma magistral, y un profundo sentido cristiano de la realidad. Ahí es donde reside el verdadero valor de esta cinta, cuyo título inglés no tiene nada que ver con lo que le pusieron aquí. Se titula en realidad “Mr. Deeds goes to town”, y, en el fondo, es una revisión de aquel cuento del ratón de campo y el ratón de ciudad, pero con una trama de fondo que toca puntos esenciales para el director: la humildad, la autenticidad, la misericordia, la justicia social y una crítica mordaz al capitalismo salvaje y a la modernidad inhumana. Temas que se repiten en “Qué bello es vivir”, “Vive como quieras”, “Caballero sin espada” o “Un gángster para un milagro”. Por supuesto, todas con el Evangelio como fondo, y ninguna con ese típico formato pío del cine “oficialmente católico”, que normalmente, y por desgracia, carece de suficiente calidad artística. Con Frank Capra ocurre todo lo contrario: varias de las películas nombradas están entre las mejores de la historia del cine. Lo que cuenta. El multimillonario Marcus W. Semple ha muerto en un accidente de coche. Ha dejado todo su dinero, veinte millones de dólares, a Longfellow Deeds, un hombre joven que vive en Mandrake Falls, un pequeño pueblo. Es una persona sencilla que toca la tuba en la orquesta municipal y escribe poemas para postales. Viaja a la ciudad para hacerse cargo de la fortuna, preguntándose para qué le ha dejado su tío tanto dinero, si él no lo necesita. En Nueva York, todos, comenzando por los abogados del difunto Semple, quieren aprovecharse de él, creyendo que es un cateto estúpido. Pero pronto comienza a mostrar que es un personaje muy peligroso para todos los buitres de la alta sociedad…

Los valores. Hay que tener en cuenta que justo en mitad de la película se produce un quiebro de guión que cambia la perspectiva de lo que ocurre en la primera mitad, y que su profundo americanismo tradicional es, al mismo tiempo, una honda crítica al “american way of life” urbano, liberal y de clase alta. También influye mucho en la cinta la crisis social de la época, que se muestra con claridad.

  • La primera reflexión que plantea es el sentido del dinero. Desde la primera conversación, en la que los abogados de Cedar, Cedar, Cedar & Budington (“Supongo que Mr. Budington tiene que sentirse muy solo”, responde Deeds al leer la tarjeta) y Mr. Cobbs, que ha estado ayudando a Semple a manejar sus asuntos, y se ofrece a ayudarlo a él, se muestran dos mundos opuestos: el dinero como un dios al que se rinde culto, o como algo que se debe emplear para el bien: él quiere repartir la riqueza recibida desde el principio, pero no sabe con quién.

  • También está la justicia social como otro valor remarcable. Su conversación con los miembros de la ópera, con los abogados, con la supuesta novia de su tío que quiere extorsionarlo, con los sirvientes de la mansión o con el granjero que le echa en cara su estilo de vida son una muestra excelente de una visión de la justicia social que pone patas arriba las claves del capitalismo salvaje.

  • La amistad es también otro de los puntos para la reflexión. Cuando Lonfellow está abandonando su pueblo en el tren, reconoce que tiene muchos amigos, y no por su dinero. En la ciudad todo se le complica, porque la autenticidad deja paso a los juegos de poder. La periodista Babe Bennet, que se hace pasar por una desempleada pobre para poder hacerle un reportaje sin que se entere, llega a esta conclusión: “es una persona fresca, sencilla, abierta, muy bondadosa. A nosotros nos parece un freak, porque nos hemos vuelto unos listillos: estamos embarcados en una loca competición para nada”.

  • La crítica a las clases altas urbanas y modernas es demoledora. Todos reciben palos: poetas famosos, abogados de renombre, psiquiatras con ínfulas, culturetas de tres al cuarto, periodistas sin escrúpulos… Una gran crítica, que se puede resumir en dos frases: “La gente aquí es extraña. Trabaja para vivir, y se olvida de vivir”, y una cita de Thoureau: “La gente ha construido grandes palacios, pero se ha olvidado de crear a los caballeros que deben habitarlos”.

  • También es importante un hecho que sucede a lo largo de la trama: todo aquel que se relaciona con Deeds, una persona buena, se va transformando. Babe Bennet, la periodista, es el ejemplo más claro, pero también están su jefe del periódico, los servidores de la mansión o Mr. Cobbs. La bondad hace sufrir, pero transforma la sociedad.

  • La estructura económica injusta de la sociedad capitalista es otro de los temas centrales, sobre todo en la segunda parte de la película. Es algo muy común en Frank Capra. Como ejemplo, esta es la razón que da Longfellow Deeds al querer repartir su dinero dando granjas para la autogestión entre las familias que están pasando más necesidad (hoy en día, esto sería igualmente revolucionario…): “Suponga que usted vive tranquilo en su pueblo, y le caen veinte millones. Suponga que ese dinero le está destrozando, que atrae a su alrededor un montón de buitres, que empieza a desconfiar de todo el mundo. Ese dinero es como una patata ardiendo en sus manos, y se debe desprender de él. ¿A quién hay que ayudar: al que no lo necesita, o al que está pasando hambre? ¿Al que tiene una barca y se ha cansado de remar, o al que está ahogándose a su lado?”.

  • Por último, el amor de verdad es otro valor importante. La declaración de Deeds a Bennet, “Mary Dawson”, es emocionante por lo sencilla, graciosa y, al mismo tiempo, dramática.

Poco más que añadir. Es una de esas películas que hay que ver casi obligatoriamente y, simplemente, disfrutar. Con final feliz incluido, como suele pasar con Capra, pero con un camino que echa por tierra muchas cosas que hoy, como entonces, creemos inamovibles. Y todo desde la fe profunda de este bondadoso amante del cine, apasionado director, reconocido como uno de los mejores de todos los tiempos.

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