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  • Foto del escritorLlamas, J.M.

El capitán Marcos y el Tesoro del Vivo - Capítulo 3. La Isla del Náufrago

Actualizado: 27 dic 2021


(Basado en un guion de la Coordinadora de Infancia de ACG Málaga para la convivencia de Cuaresma 2021)

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El capitán Marcos y el Tesoro del Vivo -
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Ya tenían dos cofres y dos palabras: CONVERSIÓN y ESCUCHA, Marcos seguía animando cada día a su tripulación, repasando los mapas y oteando el horizonte, en busca de la tercera señal y el tercer cofre.


Un amanecer de domingo, justo una semana después de zarpar desde la Isla Montañosa, el capitán Marcos vio un promontorio en mitad del mar, desde la proa, y avisó al timonel para que enderezara dos grados a babor y se dirigiera allí.


Era una isla pequeña, con algunos cocoteros, un minúsculo valle en penumbra con densa foresta, una colina pedregosa y un lago por aquí y otro por allá. Les salió al paso un hombre que debía llevar allí mucho tiempo, con una barba larguísima, los pelos enmarañados y un traje de pieles hecho a mano. Por lo visto había naufragado no se acordaba ya ni cuándo. Se llamaba Juan. Marcos le preguntó si había visto alguna vez, en sus paseos por la isla, alguna señal que le hubiera resultado extraña.


- Amigo -le contestó Juan-, llevo aquí tanto tiempo que he pasado de buscar posibles tesoros perdidos a ver cómo me las ingenio para hacerme de comer. No, no he visto nada que se parezca a eso que me dices.

- Únete a nosotros, marinero -le invitó Marcos-. Si nos ayudas a buscar la señal, compartiremos el tesoro contigo.

- Qué quieres que te diga -aceptó Juan-. No tengo nada mejor que hacer. Y a todo esto, hay un lugar, un risco en mitad de un acantilado, al que no he podido llegar desde aquí. Para verlo bien hay que mirarlo desde el mar. Es el único sitio en el que se me ocurre que pueda estar esa señal.


Se subieron a una barca, se dirigieron hacia allí y, efectivamente, oculto a media altura en un pequeño saliente, vieron un brillo extraño. Subieron con cuerdas atadas a arpones y observaron atónitos una botella enredada entre las ramas de una zarza que ardía sin consumirse. Cogieron la botella, que, para admiración de todos, no quemaba, y contenía un cartel cuadrado con un dibujo en forma de templo parroquial.





- ¡Por los tentáculos del Kraken! -exclamó Juan- ¡Yo he visto los restos de un sitio parecido a este en la isla!


Salió corriendo a escape desde la playa a la que habían descendido para descifrar la señal, y toda la tripulación lo siguió como pudo, porque él conocía la isla como la palma de su mano y ellos no, y porque entre ellos había tuertos, cojos, mancos y alguno con una joroba del tamaño de una mochila.


Llegaron a un claro que había en el valle, en el que asomaban las pocas ruinas que quedaban de una construcción muuuuuuy antigua. Juan venía con una sonrisa de oreja a oreja y un cofre en los brazos.


- ¡Estaba entre las ramas de una higuera que nació en el atrio hace años y que se había secado, pero que está brotando otra vez! -exclamó- ¡Nunca se me habría ocurrido mirar ahí!

- Anda, vamos a abrirlo -le dijo Marcos.

- Nada de eso -repuso Juan-. Esta es mi isla. Si queréis abrir el cofre, antes tendréis que superar unas pruebas. Después el cofre será vuestro, y yo iré con vosotros para seguir ayudándoos. Después, pero no antes.


Así que, resignándose, toda la tripulación se dispuso a jugar a lo que quiera que a Juan se le había ocurrido (Aquí se insertan los juegos del encuentro de Cuaresma. Si quieres jugar a estos juegos en casa, o donde estés, aquí los tienes).


Juegos La Isla del Náufrago
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Después de superar todas las pruebas Juan cedió, y les dio el cofre para que lo abrieran. Volvieron a la goleta y comprobaron que, como sospechaban, contenía otra palabra indescifrable. Esta vez fue Juan el que acercó la señal con el templo dibujado, y ante ellos apareció una nueva palabra:



ORACIÓN.




(El próximo domingo 14 de marzo nuestro rumbo será la cuarta isla: «La Isla Bicha»)

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